jueves, 18 de julio de 2013

Sínodo Diocesano y sociedad colonial del oriente cubano. Una mirada desde la pluralidad de los sujetos coloniales.


Sínodo Diocesano y sociedad colonial del oriente cubano.
Una mirada desde la pluralidad de los sujetos coloniales.

El Sínodo Diocesano realizado en 1680 representó un momento importante en la estructuración y consolidación institucional y legal de la Iglesia Católica en Cuba. Su importancia ha quedado revelada a partir de investigaciones realizadas en los últimos años por historiadores que lo han integrado como objeto de análisis a obras más abarcadoras. 
Queda sin embargo, mucho por indagar desde la historiografía sobre este cónclave y sus repercusiones directas en el espacio de la sociedad colonial cubana. Partiendo de la premisa de su carácter único y persistencia en el tiempo de sus resoluciones, vigentes durante toda la época colonial de la Isla de Cuba y expresión concreta de una realidad colonial analizada desde la iglesia.
¿Qué prácticas de la realidad colonial fueron objeto de la recopilación  jurídica  del Sínodo de 1680?, ¿Cuáles fueron las características de la implementación del Sínodo Diocesano de 1680 en el ámbito parroquial? , ¿A qué disyuntivas y conflictos se vieron sometidos los actores incluidos dentro de las resoluciones sinodales? Estas interrogantes forman parte de los dilucidamientos investigativos que se pretenden canalizar en esta investigación, circundada a los espacios coloniales correspondientes a la región oriental de Cuba.
El Sínodo Diocesano de 1680 fue el resultado del proceso de consolidación de la institucionalización de la Iglesia Católica en Cuba. Sus recopilaciones jurídicas constituyen expresión  de las problemáticas y disquisiciones de la sociedad colonial de entonces y un valioso reflejo de  sus componentes primarios, la feligresía, los párrocos y religiosos de las villas y poblados cubanos, en especial la región oriental.
Posterior a su confirmación real, el Sínodo entró en su fase ejecutoria y de acatamiento por los habitantes de la Isla. Este segundo momento reviste vital importancia por las implicaciones morales, religiosas y administrativas a las que se vieron enfrentados los curas beneficiados de las parroquias del oriente cubano, cuerpo religioso y habitantes de las villas orientales durante las décadas siguientes, provocándose un constante proceso de enriquecimiento no carente de conflictividad de las normas sinodales. La realidad histórica y social colonial en su diálogo o disonancia con el espíritu de las constituciones sinodales  a través de sus actores primarios, los religiosos y feligreses, dará como resultado un acercamiento inapreciable desde la historia al contexto colonial cubano del momento.    
Adrián Arévalo Salazar
Universidad de Holguín Oscar Lucero Moya (Cuba)

3 comentarios:

BA dijo...

El tema de las asambleas eclesiásticas americanas y su relación con la Corona española y la Sede Apostólica me interesa mucho. No soy una experta de la situación en Cuba o en las Antillas, pero me he dedicado mucho a los concilios provinciales mexicanos.
Me interesaría mucho saber si se ha analizado la influencia del concilio provincial de Santo Domingo de 1622-23 - y eventualmente también de otros concilios provinciales americanos (México, Lima...) - en el sínodo de Cuba de 1680.

En relación a la perspectiva de análisis del grupo de discusión, me pregunto si sería posible analizar el desarrollo de la normativa eclesiástica local (sínodos), y sus relaciones con normas de más amplio alcance geográfico (concilios provinciales, concilio de Trento) por medio de figuras clave (obispos, secretarios, exponentes de órdenes religiosas, procuradores …), protagonistas de dichos eventos, que influyeron en la reglamentación de la vida religiosa local.

Me parece que este punto de vista, más cercano a las personas y a sus experiencias, podría contribuir a vincular de forma más madura las teorías jurídicas, las normas y las prácticas (uno de los temas más discutidos – y todavía no resueltos - por los historiadores modernistas me parece!).

Gracias y saludos,

Benedetta Albani

BA dijo...

En el caso de Cuba, la influencia del concilio provincial de Santo Domingo se puede decir que fue nula o casi nula para no ser del todo absoluto, ni siquiera estuvo presente el obispo cubano de ese momento Fray Alonso Enríquez de Almendáriz, quien se encontraba con problemas de salud en ese entonces. Pero cierto resulta que el sínodo cubano de 1680 le debe mucho a la obra precedente de obispos de origen mexicano como es el caso del obispo que lo convocó y le dio su configuración definitiva, Juan García de Palacios, reconocido por su talento como canonista y examinador sinodal, su nombramiento demuestra la preocupación de la corona por la realización de un sínodo en Cuba, hasta ese momento había sido infructuosa la realización de uno.

La historiografía sobre el tema, en Cuba y fuera de Cuba no ha realizado un análisis sobre la influencia de otros concilios americanos en el sínodo de 1680, al menos hasta el momento, me parece una propuesta sugerente y de muchas posibilidades investigativas. Es interesante la arista que usted comenta, Benedetta , no soy experto en los concilios mexicanos, pero se pude inferir, al menos por ahora, hasta una valoración más profunda, que a través de estas figuras de obispos criollos americanos y específicamente mexicanos y algunos peninsulares como el famoso obispo Compostela, quien se encargó realmente de implementar los acuerdos del sínodo, llegaron y se incorporaron a Cuba los acuerdos tridentinos y de otros concilios americanos.
Por el momento me parece muy fructífero su comentario y me parece un punto de partida hacia mejores intercambios.

Saludos cordiales

Adrian L Arévalo Salazar

BA dijo...

Me parece que muchas veces se mira a estos procesos como a algo de automático, obligatorio y siempre igual en cada diócesis, mientras creo que se tiene que considerar siempre el contexto y las personas que estuvieron involucradas en estos procesos.

Benedetta Albani